Por Inés
En el ámbito de la traducción solemos decir que no se traducen lenguas, sino culturas. Esto, a pesar de ser cierto, suele pasar inadvertido para las personas legas en la materia y la verdad es que suele ser debido a que es algo poco intuitivo, y que se suele ver cuando la materia se ha estudiado un poquito.
Pero resulta que es fundamental que la persona que traduce tenga una mínima competencia cultural entre las culturas entre las que traduce. Ni que decir tiene que esto es más importante cuanto más lejanas sean entre ellas.
Lo malo de la falta de competencia cultural puede ser, en el mejor de los casos, una pequeña pérdida de tiempo buscando la información que falta, y, en el peor de los casos, puede provocar que el texto, oral o escrito, no se vierta con su significado original, o que directamente la persona que traduce no entienda el texto.
Todo esto es fundamental y está directamente relacionado con los problemas de comprensión intercultural que he comentado en otras ocasiones.
Lo bueno de la competencia intercultural es que es difícil no adquirirla al ritmo que se aprende otra lengua. Por supuesto, lo mejor es siempre vivir una temporada en el extranjero, pero en los casos en que esto no sea posible, lo que sí es posible, y sobre todo hoy en día, es empaparse de esa cultura a través de la lectura y el acceso a canales multimedia. Además, salvo que estemos aprendiendo una lengua muy, muy remota, suele ser posible conocer a gente que provenga de ese sitio y que nos ponga al día en persona.
¿Habéis vivido alguna vez una situación en particular, traduciendo o en vuestra vida, donde esta falta de comprensión intercultural os haya dado un problema?